Introducción

13 May

“Ningún periodista, guionista de televisión o escritor colombiano se imaginaría a las féminas al frente de un cártel dando órdenes porque sólo en apariencia los tacones todavía no combinan con el cuerno de chivo”- Arturo Santamaría en “Las jefas del narco”

En la compra- venta de narcóticos, terreno que se creía exclusivo de los hombres, la participación de la mujer, en el último sexenio mayormente, ha crecido notablemente.

De 2007 a 2010 incrementó 400% el número de mujeres encarceladas en México por delitos contra la salud, es decir, consumo, venta o tráfico de narcóticos, según datos de Inmujeres. Jalisco, Nayarit y Sinaloa se posicionan como los estados con más féminas encarceladas por dicho delito.

Según Luis Astorga, investigador en temas de violencia y narcotráfico en México, la desintegración familiar, el desempleo y la pobreza, han empujado a las mujeres a colaborar en gran parte de la cadena del negocio.

De extraer goma de la amapola, transportar la droga como “burreras”, ser “buchonas”, lavar dinero, usar su belleza para corromper a las autoridades, han pasado a ser sicarias y jefas de cártel.

Orilladas al alto mando, a falta de esposo muertos, por los enfrentamientos entre el cártel del Mayo Zambada y el Chapo Guzmán contra los Beltrán y los Zetas, y la guerra contra el narcotráfico declarada por Felipe Calderón, las jefas son descritas, por Arturo Santamaría, como más calculadoras y sagaces para mantener el negocio por debajo del agua.

Este cambio de roles se refleja en los arrestos en México de 46 jefas del narco en 2012, y las cifras de la Primera Encuesta en Centros Penitenciarios Federales (CIDE) del mismo año sobre los porcentajes de encarcelamiento por delito contra la salud: Mujeres 80% y Hombres 57.6%.

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